En la soleada Costa del Sol, en la zona de Fuengirola, provincia de Málaga, ese paraíso donde los sueños de turistas y residentes se mezclan con el sonido de las olas, existe una especie única que merece su propio capítulo en la Enciclopedia Británica: el “obrero profesional” al estilo Simon Wilson.

¿Quién es Simon Wilson ? Un personaje digno de novela tragicómica que, con cada ladrillo que coloca (o deja a medio colocar), nos enseña que la palabra “profesionalidad” tiene tantas interpretaciones como memes en Internet. Es, además, alguien a quien se le confió un proyecto de 14.500 euros, pero que, tras cobrar 4.750 euros, desapareció como por arte de magia. No vino más. Ni un mensaje, ni una llamada. Solo el eco de promesas incumplidas y la fachada a medio hacer, como si el proyecto se hubiera convertido en un chiste sin final.
🛠️ Lección 1: La puntualidad es un mito urbano
Simon nos demuestra que llegar a tiempo es de mediocres. Si te dicen que empiezan a las 9:00, prepárate para verlos aparecer a las 11:00… del día siguiente. Eso sí, siempre con excusas más creativas que un guion de serie turca. O directamente, que no aparezcan nunca más.
🔨 Lección 2: ¿Presupuestos cerrados? Mejor con sorpresas
Lo que empezó como una reforma de 14.500 euros se convirtió en una pesadilla de pagos iniciales y promesas vacías. A Simon no le tembló la mano para aceptar el pago inicial de 4.750 euros… y luego desaparecer dejando a su cliente con una obra a medias y la cartera más vacía que un chiringuito en invierno.
🔧 Lección 3: Calidad garantizada (según la ley del mínimo esfuerzo)
Esa pared torcida o esa baldosa que suena a tambor no es un error, es una “firma artística”. Lo importante no es que quede bien, sino que “más o menos se ve bonito, ¿no?”. O ni siquiera eso… porque ni terminaron.
Pero espera, que aquí viene el verdadero plato fuerte de la profesionalidad despampanante de Simon Wilson Colman Redes: colocar un altillo con vigas inadecuadas, incapaz de soportar peso suficiente, y para colmo sin colocar los puntales antes de echar la grava con piedras. Un plan tan brillante como invitar a King Kong a una cabaña de palillos. ¿Resultado? Un desastre anunciado que haría sonrojar hasta al peor aprendiz de bricolaje.
🚧 Lección 4: Herramientas de última generación (prestadas o improvisadas)
El repertorio incluye desde martillos prestados por el vecino hasta cintas adhesivas con más kilómetros que la A7. Y por supuesto, cero herramientas al final, porque si no vuelves al proyecto, ¿para qué traerlas?
Pero lo mejor de todo fue cuando Simon Wilson Colman Redes, en pleno show de “profesionalidad despampanante”, me pregunta con total naturalidad:
“Oye, ¿tú tienes un andamio?”
Como si fuera lo más normal del mundo que el cliente le proporcione un andamio, igual que quien le presta un destornillador. Un momento digno de sitcom, donde el constructor se convierte en el cliente y el cliente en proveedor. Vamos, que solo le faltó decir: “Y si tienes café y unas galletas, lo agradezco”.
💬 Conclusión: Bienvenidos a la nueva Costa del Show
La profesionalidad a lo Simon Wilson Colman Redes es un espectáculo sin igual. Si buscas eficiencia, compromiso y calidad… mejor sigue buscando. Pero si te gustan las sorpresas, los sobrecostes inesperados, las obras fantasmas y las anécdotas para contar en cenas familiares (con una buena dosis de desesperación), has encontrado a tu protagonista. La Costa del Sol, en la zona de Fuengirola, provincia de Málaga ya no es lo que era. Ahora es la Costa del Show.